La Fundación Habitar en Familia apoya a las familias de acogimiento de la provincia de Córdoba. Dicho apoyo es anímico, espiritual, material y profesional. Además, desafía a que más familias se involucren en esta noble tarea.
E(*) es la menor de 2 hermanitas que tuvimos en acogimiento. Bella, vivaracha, simpática, conquistaba el mundo con sus ocurrencias.
Pero un día su animo decayó. La llevamos a la guardia del hospital y allí quedó internada por una infección urinaria.
Durante su internación, por un virus hospitalario, enfermó de neumonía. Por regla general, los “niños con derechos vulnerados” tienen defensas bajas, por lo cual se enferman fácilmente.
La internación duró una semana. Tuvimos la bendición que el hospital era nuevo, así que E* estrenó cuna y sabanas. Las silla eran nuevas, paredes recién pintadas y la dedicación de enfermeras y médicos al máximo.
E(*) cada vez que veía a la enfermera, pese a su trato amoroso, lloraba porque sabía que junto con la enfermera venía el pinchazo.
Debo reconocer que en la foto se ve peor de cómo estaba. Aunque parece que tenía enyesadas las piernas, solo tenía un cancán blanco. Y aunque tenía el brazo entablillado, no era por quebradura, sino para que no se quitará la sonda del suero. Pero sí, estaba internada por neumonía.
No se quien llevó la peor parte, si E(*) internada una semana o nosotros acompañándola durante su internación.
Hoy y a la distancia, para nosotros es un recuerdo y para E(*), quien ya no vive con nosotros, quien ya no tiene 2 años, sino 7 u 8, seguramente, no lo recuerda.
Probablemente no recuerda que la cuidamos, educamos y amamos. Y probablemente, no se acuerde de nosotros y que nunca nos dirá “Gracias”.
Es el destino de la familia de acogimiento. Dar sin recibir un gracias. Amar y ser odiado por quieres deberían agradecerte, ya que en su peor momento le cuidaste sus hijos. Por el contrario, para ellos eras “el que le quería robar sus hijos”.
Gracias a Dios, nuestra recompensa no viene de los hombres.
Gustavo y Betty